PERSEVERANCIA…CARGAR NUESTRA CRUZ

Perserverancia

La perseverancia en grado sumo se da en la cruz. Por eso la perseverancia confiere libertad al otorgar la posesión de sí mismo mediante el amor. La promesa de Cristo es indefectible: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (Lc 21,19), y esto es así porque lo que nos salva es la Cruz. Es la fuerza del amor lo que nos da a cada uno la paciente y gozosa aceptación de la Voluntad de Dios, cuando ésta —como sucede en la Cruz— contraría en un primer momento a nuestra pobre voluntad humana. 

Sólo en un primer momento, porque después se libera la desbordante energía de la perseverancia que nos lleva a comprender la difícil ciencia de la cruz. Por eso, la perseverancia engendra paciencia, que va mucho más allá de la simple resignación. Más aún, nada tiene que ver con actitudes estoicas. La paciencia contribuye decisivamente a entender que la Cruz, mucho antes que dolor, es esencialmente amor.

Quien entendió mejor que nadie esta verdad salvadora, nuestra Madre del Cielo, nos ayudará también a nosotros a comprenderla.

Reflexión tomada del Evangelio de Hoy 23/nov,  si quieres suscribirte Accede aquí

SANTA TERESA, LA ORACIÓN

 

LA ORACIÓN

«No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». (Vida, 8, 2).

INTERESANTE

 Por consejo del mismo Jesús emitió el voto, tan arduo como desusado, de hacer siempre lo que entendiese ser más perfecto. De esta forma alcanzó un grado tan alto de oración y vida mística que le valió el sobrenombre de la Mística Doctora

LA EFICACIA DE LA PACIENCIA

Nada te turbe,

Nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda.

La paciencia

Todo lo alcanza;

Quien a Dios tiene

Nada le falta:

Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,

Al cielo sube,

Por nada te acongojes,

Nada te turbe.

A Jesucristo sigue

Con pecho grande,

Y, venga lo que venga,

Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo

Es gloria vana;

Nada tiene de estable,

Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,

Que siempre dura;

Fiel y rico en promesas,

Dios no se muda.

Ámala cual merece

Bondad inmensa;

Pero no hay amor fino

Sin la paciencia.

Confianza y fe viva

Mantenga el alma,

Que quien cree y espera

Todo lo alcanza.

Del infierno acosado

Aunque se viere,

Burlará sus furores

Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,

Cruces, desgracias;

Siendo Dios su tesoro,

Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;

Id, dichas vanas;

Aunque todo lo pierda,

Sólo Dios basta.